lunes, 3 de noviembre de 2014

Prueba con una reseña que no es mía

Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja es una de esas películas: Lady Calpurnia es nuestra protagonista y lord Ralston (Gabriel entre suspiros) el marqués de reputación libertina por el que sufrirá.
La diferencia entre esta protagonista y la de esas pelis está en que Callie (Caplurnia) se ha quedado para vestir santos.
Pues sí, mientras las jóvenes de su círculo han encontrado a alguien con quien unirse en matrimonio, Calpurnia a sus veintiocho años sigue siendo soltera. ¿Por qué? Ella le echa la culpa a su aspecto (en el principio de la novela se nos describe como una chica del montón, con un cuerpo al que le queda mucho para asemejarse al de las actrices, y unos rasgos resultones que no atraen a ningún hombre), pero nosotros nos daremos cuenta que la mayor causa es su carácter retraído y la culpa que siente ella misma ante el “qué dirán” durante la década en la que ha soñado con Ralston (el encuentro que tuvo con él en un jardín a sus diecisiete años y en el que intercambiaron un par de palabras, la marcará de por vida). Aún así se ha dedicado a cuidar su reputación al máximo, ya que creía que era lo único que podía tener.
Ahora todo está a punto de cambiar. Y la culpa la tiene una lista (bueno, más bien su hermana por llamarle “pasiva”). ¿Pasiva Callie? Se iban a enterar. En un arrebato desea tachar una de las cosas que ha apuntado en la lista que quiere hacer para sentirse viva: besar… apasionadamente. ¿Y qué se le ocurre? Salir a altas horas de la noche e ir a pedirle un beso al mismísimo lord Ralston. Acaba, sin quererlo, en el dormitorio del marqués yhaciendo un trato con él a cambio de ese primer beso: será la que ayudará a Juliana (la hermanastra que se les presenta por sorpresa a los gemelos Ralston y que viene desde Italia) a introducirse en sociedad.
No os cuento más de la historia en si, sólo que no será el único encuentro con el marqués. A medida que avanza la novela y por culpa de esa dichosa lista, Callie vivirá todo lo que se ha perdido hasta ahora, incluso más de lo que cualquier señorita conoce: jugará a las cartas, practicará esgrima, beberá whysky en una taberna… cosas de hombres que ponen histérico a Ralston al encontrar a Callie llevándolas a cabo y que van desencadenando los acontecimientos de la historia.
Entre los protagonistas hay algo. Un tira y afloja en el que Callie acaba siempre alfojando y dejando a relucir esa pasión contenida durante años. Ralson es el hombre de su vida, pero sabe que nunca le dará amor. Se contenta, aunque también le cabrea que él siempre acabe disculpándose, con el final de casi todas sus citas.
Ayer Versátil (vuelve a alzarse victoriosa) nos trajo una novela donde la pasión lo es casi todo. No esperéis besitos de medianoche y caricias en el pelo que se quedan en eso. Nueve reglas que romper para conquistar a un granuja es una novela con un perv-rating muy, muy, muy elevado. Por eso, mentes aún no corrompidas, pensadlo antes de viajar allí, porque los encuentros entre Callie y Gabriel no se quedan solo en chispas y acaban montando un gran incendio.
Aún así hay mucho más que eso, hay amor verdadero. Hay humor (Callie te saca una sonrisa sí o sí), hay amistad, hay “metamorfosis” por así decirlo (tanto Callie como Ralston resultan ir cambiando con el tiempo que pasan juntos)…